ARDIENTE PACIENCIA DE ANTONIO SKÁRMETA

Por Adolfo Ariza

Esta novela estaba en mi biblioteca, no sé muy bien desde hace cuando, pero no la había leído. Un día, mirando mis libros, la encontré junto otro libro del mismo autor que sí había leído, y con mucho interés, porque me pareció una buena manera de meternos en el derrocamiento y asesinato de Salvador Allende: una colección de cuentos bien narrados, con mucha intensidad.

Esa colección de cuentos se llama Tiro libre, fue publicada en Argentina dos meses antes del Golpe de Pinochet, y nunca circuló en Chile.

En cambio, Ardiente paciencia es una novela corta que fue publicada en 1985 por la Editorial Sudamericana en Buenos Aires.

“Es en Alemania donde (Skármeta) construyó la historia del cartero de Neruda: primero para la radio alemana y luego como un guion. Es el desarrollo de la película homónima que el autor había estrenado en 1983. La historia aparece como libro bajo el título de Ardiente paciencia, en 1985, pero luego del triunfo de la película de Michael Radford pasa a llamarse El cartero de Neruda. Esta obra ha tenido un éxito enorme, ha sido traducida a una treintena de lenguas, adaptada al cine, el teatro y la radio: “Existen más de cien versiones en el mundo”, asegura Skármeta. El compositor mexicano Daniel Catán creó una ópera basada en ella (él mismo escribió el libreto) que fue estrenada en la Ópera de Los Ángeles bajo el título de Il Postino con Plácido Domingo como Neruda y Cristina Gallardo-Domas como Matilde.” (Wikipedia)

No es un hecho muy común que una novela sea posterior a una película, pero tiene que ver con la historia del autor, como lo explica la misma Wikipedia: “Apasionado del séptimo arte, Skármeta ha escrito varios guiones, dirigido al menos dos películas y actuado en cinco. En 1973 escribió el primer guion -Victoria- para el director alemán Peter Lilienthal, quien dirigió el filme homónimo galardonado en 1974 con un premio en el Festival de Películas para Televisión de Baden-Baden.”

La biografía continúa, pero esto alcanza para la caracterización del escritor y explicar la belleza audiovisual de Ardiente paciencia.

Aquí se hace necesaria una aclaración: este análisis se hace desde mi visión y experiencia de mendocino que, como muchos otros, conocemos bastante a Chile, su idiosincrasia e historia.

Por eso, no me sorprende la invasión de tours de compras de turistas chilenos. Los he visto varias veces en otras épocas. De hecho, el reciente “Deme dos” de argentinos que cruzaban la cordillera a comprar de todo (hoy, cubiertas), no es más que uno de los tantos ejemplos de viajes de compras en ambos sentidos que conocemos en la historia de los dos países.

Por esa relación con Chile, el golpe de septiembre de 1973 de Pinochet es tan fuerte en mi memoria como en el libro, porque tiene que ver con el fin de la historia del joven Mario Jiménez –el cartero-, arrestado, como tantos/as otros/as por las fuerzas pinochetistas.

Ese día –uno de los más tristes de mi vida- estábamos en la casa de mi maestro Rodolfo Borello, en Godoy Cruz (hablo del equipo de Literatura Argentina de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNCuyo, que desapareció por la acción de los militares argentinos del Proceso de Reorganización Nacional, que continuaron la senda genocida de los golpistas chilenos), y era un velorio.

Una de nuestras compañeras de la carrera de Literatura, en pareja con un muchacho chileno, nos fue devuelta en un cajón poco tiempo después.

Hago esta digresión porque me parece importante para comprender mejor el contexto de la novela, y el valor de su canto de erotismo y poesía, en medio de la muerte y sufrimiento de tantos/as chilenos/as en eso que se ha llamado también “los años de plomo”, de los que hay muchos episodios en el siglo XX, en Europa y América Latina.

Mario Jiménez era un joven de 17 años, y la novela narra su relación con Pablo Neruda, al que admira profundamente, a pesar de no ser un lector previo. Sin embargo, llega a la esencia de la poesía a través de esta relación y su inmersión –es más que lectura- en el mundo poético de Neruda.

“La historia de se desarrolla en la localidad de Isla Negra, en Valparaíso, Chile, una zona portuaria y agrícola, no es una isla, y debe su nombre a que el poeta Neruda se refería a esa zona como Isla Negra, siendo rebautizada con ese nombre, anteriormente era conocida como Quebrada de Calbín. En ese poblado, según el relato del escritor Antonio Skármeta, vivía el joven Mario Jiménez, el cartero del pueblo.” (https://enciclopedias.com/c-erotismo/ardiente-paciencia/)

Es la narración de dos vidas entrelazadas –la del cartero y Neruda-, el que muere el 23 de septiembre de 1973, pocos días después del golpe de Estado-, y esas historias tejen una narración sencilla, muy coloquial (llena de los modismos del habla de Chile), que me llenó de ternura a pesar del desenlace trágico.

No voy a exagerar cuando digo que la novela es una metáfora, muy audiovisual, si cabe la adjetivación, de la poesía, quizás en una comprensión total del valor de su esencialidad.

Pero es una esencialidad relacionada con la vida del hombre, su ser y sus luchas, como lo entendió Neruda.

Así lo expresa Gabriel Celaya, en el poema La poesía es un arma cargada de futuro (Cantos Íberos, 1955).

“Son palabras que todos repetimos sintiendo / como nuestras, y vuelan. Son más que lo mentado. / Son lo más necesario: lo que no tiene nombre. / Son gritos en el cielo, y en la tierra, son actos.”

En la novela se toma el momento en que Neruda dice el discurso que dio en ocasión de que le fue conferido el Premio Nobel de Literatura:

“Hace hoy cien años exactos, un pobre y espléndido poeta, el más atroz de los desesperados, escribió esta profecía: ‘A l’aurore, armés d’une ardente patience, nous entrerons aux splendides villes’, ‘Al amanecer, armados de una ardiente paciencia, entraremos a las espléndidas ciudades.’

“Yo creo en esa profecía de Rimbaud, el vidente.

Yo vengo de una oscura provincia, de un país separado de los otros por la tajante geografía. Fui el más abandonado de los poetas y mi poesía fue regional, dolorosa y lluviosa. Pero tuve siempre la confianza en el hombre. No perdí jamás la esperanza. Por eso he llegado hasta aquí con mi poesía y mi bandera.

“En conclusión, debo decir a los hombres de buena voluntad, a los trabajadores, a los poetas, que el entero porvenir fue expresado en esta frase de Rimbaud: solo con una ardiente paciencia conquistaremos la espléndida ciudad que dará luz, justicia y dignidad a todos los hombres.

“Así la poesía no habrá cantado en vano;”

En el pueblito de San Antonio lo escuchaba mucha gente en una fiesta que organizó Mario, y que culminó con la narración con un ruidoso orgasmo en la misma cocina, y de pie.

Del discurso pasamos a lo que Mario consideró el mejor fin de la fiesta, y que Beatriz acompañó con su bella y pujante sexualidad:

“Y acto seguido promulgó un orgasmo tan estruendoso, burbujeante, desaforado, bizarro, bárbaro y apocalíptico que los gallos creyeron que había amanecido y empezaron a cacarear con las crestas inflamadas, que los perros confundieron el aullido con la sirena del nocturno al sur y le ladraron a la luna como siguiendo un incomprensible convenio, que el compañero Rodríguez ocupado en mojar la oreja de una universitaria comunista con la ronca saliva de un tango de Gardel tuvo la sensación de que una tumba le cortaba el aire en la garganta …

Doce segundos después de esta profecía, cuando los oídos de toda la concurrencia sobria, ebria, o inconsciente, apuntaban hacia la cocina como si un poderoso magneto los absorbiese, y mientras Alarcón y Guzmán simulaban limpiarse las sudorosas palmas en las camisetas antes de irrumpir en un trémulo acompañamiento, despegó el orgasmo de Beatriz hacia la noche sideral con una cadencia que inspiró a las parejas de las dunas (“uno como ese, mijito”, le pidió la turista al telegrafista), que puso escarlatas y fulgurantes las orejas de la viuda, y que le inspiró las siguientes palabras al cura párroco en su desvelo de la torre: “magnificat, stába, pange lingua, diez irae, benedictus, kirieleisón, angélica.”

Dejé unas horas el escrito, y volví, a ver qué podía agregar. Y siento que está bien, que está todo ahí: poesía, revolución, erotismo, vida en plenitud, las penas de América Latina, una narración bella y plena.

Y la poesía de Neruda.

Me parece un buen momento para leer esta novela, hoy, cuando hay muchos jóvenes que no vivieron estas épocas, como mis nietos/as de los cuales el mayor nació en 1990, en democracia, que se encuentran frente a proclamas libertarias con cantos a las derechas políticas, hoy cercanas o parte de planteos fascistas y violentos.

Aconsejo leer la novela en estos momentos, en los que muchos/as han olvidado el mal terrible que el fascismo ha hecho al mundo, apoyado por corporaciones económicas liberales y antidemocráticas.

Porque en estos mismos momentos, la novela nos pone frente a cómo vivir la existencia humana para el bien del mundo y en armonía con el universo. Y allí aparece la poesía, ese barco que puede navegar esa existencia hacia lo esencial, hacia el universo que fluye, con ardiente paciencia.

LÉANLA.

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ARDIENTE PACIENCIA DE ANTONIO SKÁRMETA
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